septiembre 08, 2009

qué hacer con los deseos


Uno quisiera ser profundo, analítico; mostrar en todo momento su perspicacia, su sensatez. Ser lo suficientemente inteligente, para entenderlo y acomodarlo todo en medio de un entorno árido y espinoso. Pero no siempre se puede; o más bien, casi nunca. Y entonces, en días como hoy, cuando todo es gris hasta el lluvioso cielo que no parece querer darnos tregua, dan ganas de asirse a las alas del apetito más frívolo, de la imagen más concupiscente. Y aún a sabiendas de que nada pasará, de que nada es posible porque la vida es como es y hay cosas que simplemente no pueden ser, uno gustosamente se dejaría arrastrar hacia esos caminos ignotos; feliz se iría a deambular por los inabarcables senderos de lo imposible; en aras del deseo más oscuro, siempre anhelado nunca cristalizado y sin importar que después, todo vuelva la cruel cotidianeidad. Mejor arder lo que duren las llamas del deseo, a ver pasar la vida entre las tibiezas de la cordura.
                                                                                                                        imagen: Thierry Neuvic   








1 comentario :

marichuy dijo...

De cumpleaños, quiero uno igualito a Thierry Neuvic