Olvidémonos de las Muertas de Juárez. ¿Para qué clamar justicia, si ya están muertas? Y si además, ellas se la buscaron (su muerte) por andar a deshoras en la calle y vestidas de forma inapropiada. Tampoco nos preocupemos por castigar la pederastia, la pedofilia (y menos si se efectúa bajo las sotanas), el tráfico de niños, ni la pornografía infantil. ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué ser tan inhumanos y no comprender que esos sólo son negocios boyantes y que los pobres pederastas y pedófilos, simplemente están enfermos?
Mejor concentrémonos en criminalizar a las mujeres que todavía viven, a las "modernas pecadoras." Llamémoslas putas, asesinas y después, a falta de hoguera con leña verde (ante todo hay que cuidar las formas), excomulguémoslas, condenándolas al oprobio inducido. Tomás De Torquemada (desde el infierno donde merece estarse achicharrando) se sentirá reconfortado. Amén.
