Marc Chagall, París a través de la ventana (1913)
Por lo general, la gente no ve con muy buenos ojos a los gatos. Yo sí. Todos los felinos me gustan, pero son los más pequeños, los mininos, quienes en verdad me encantan. Lo que siempre me ha intrigado, es la  pródiga relación, más allá del cliché, entre los escritores y los gatos. El poeta Theóphile Gautier intenta una aproximación al tema: 
«Se convierte en compañero de tus horas de soledad, melancolía y pesar. Permanece veladas enteras en tus rodillas, ronroneando satisfecho, feliz por hallarse contigo, y prescinde de la compañía de animales de su propia especie. Los gatos se complacen en el silencio, el orden y la quietud, y ningún lugar les conviene mejor que el escritorio de un hombre de letras. Es una labor muy difícil ganar el afecto de un gato; será tu amigo si siente que eres digno de su amistad, pero no tu esclavo» Theóphile Gautier
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